lunes, 12 de septiembre de 2011

El Artista


Cuando llegó el otoño y las hojas se desprendieron de los árboles, el las recogió, tomó sus rojizos colores y los guardó. Cuando la bruma de la mañana se escabulló por los valles, el tomó el reflejo del sol en el mar helado y mezclado con los azules, lo guardó en su bolsillo. Poco a poco, color a color fue formando un mundo nuevo donde su imaginación era suficiente para esculpir el viento y pintar el cielo… en algún rincón escondido del Onirik sus manos diestras forman y deforman las distintas caras de un domingo, abren y cierran las entradas de los laberintos, inventan nuevas formas de mirar.

Con generosidad comparte sus historias y nos enseña a leerlas cuando no las comprendemos. Con astucia y entusiasmo escarba en las cabezas de la gente, intentando descubrir donde están guardadas las sonrisas. Las saca a la luz y las muestra, las contagia, las pinta.

Coleccionista de recuerdos, recorre las calles del centro solitario y va guardando todo lo que escucha, todo lo que ve. En alguna parte de su mente los esconde, para que no se pierdan en el torrente de la ciudad. Los guarda, los macera, los transforma y los convierte en arte… imágenes de sus recuerdos plasmadas en cerámica y papel.

Soñador incansable, es un sabio consejero y  paciente maestro. Lo que aprende lo comparte, aunque tenga que valerse de peras y manzanas para ablandar cabezas duras. Dos, tres, cinco, diez veces lo repite si es necesario, y siempre logra su objetivo. Es un gran amigo y compañero, siempre dispuesto a colorear los días grises de quienes tristes a su casa llegan.

Algún día sus sueños adornarán palacios, con el esfuerzo de siempre cubrirá sus muros con fantasías, con recuerdos y anhelos, invitando a quien los mire a sumergirse y liberarse, a explorar aquellos mundos paralelos, a ver a través de sus ojos verdes, a sentir con sus manos de artesano el latir de su corazón.

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