domingo, 8 de abril de 2012

Cavilaciones de Semana Santa

Llegó de golpe, sin siquiera avisar... de pronto el viernes, cuando fui a revisar si es que el cartero había traído alguna carta, Ross me dijo: ‘Hoy no pasa el cartero… es feriado’… feriado? Me pregunte a mi mismo… y mi mismo no me pude responder, no sabía porque podría ser feriado… ‘Es viernes Santo’… o ‘It’s Good Friday’, en sus propias palabras… y recién ahí me di cuenta… y es que claro… desde el 2 de enero que están vendiendo huevitos de chocolate en masa en los supermercados, y con este letargo del desempleo que me confunde el tiempo… las semanas pasan tan rápido que pierdo la noción y a veces no se donde cresta estoy parado… la cosa es que claro… era viernes santo y lo primero que se me ocurrió fue prender la tele y ver si estaban transmitiendo misas o películas bíblicas, añorando mis tiempos en Chile… pero nada… con suerte a la hora de almuerzo transmitieron ‘Rey de Reyes’… una versión express de ‘Jesús de Nazaret’ donde todo pasaba muy rápido… Fome la película…

De pronto… sintiéndome un poco aislado de la realidad real… porque esta realidad que estoy viviendo me sigue dando la sensación de emburbujamiento… mientras no encuentre trabajo no sentiré haber llegado definitivamente a este país… y pensar que pronto ya será un año desde mi arribo… la cosa es que empecé a extrañar cosas… detalles… me vino la nostalgia, quizás peor que en la pasada navidad… y no porque yo sea muy santo y la pascua me haga sentir más creyente que en otras épocas… sino porque sea uno creyente o no, cuando las tradiciones vienen de la familia, igual a uno como que le llegan. (Esa ultima oración ni yo la entiendo bien…)

A pesar de que solo sucedió dos veces… hace unos 20 años atrás… semana santa siempre ha sido sinónimo de ‘Cambiar el piso’… jajaja… raro pensaran ustedes… pero no lo es tanto. Mi papá, cuando éramos niños, trabajaba en una carnicería… y tenia un jefe más negrero que la cresta… mi pobre viejo trabajaba TODOS los días del año, con media tarde libre los jueves, y media tarde libre los domingos… de verdad que no se lo doy a nadie… pero mi viejo lo hacía por nosotros… los únicos días que no trabajaba eran el 1ro de enero, porque todo estaba cerrado y el viernes santo… porque toda la gente se enguataba comiendo pescado, por ende, abrir la carnicería no era viable para el jefe… 

Aprovechando que el viernes santo no trabajaba… siempre se le ocurría hacer arreglos en la casa… y sin duda, Los más significativos fueron cambiar el piso de la cocina… 
 Nuestra casa se construyó de a pedazos… como un enorme rompe cabezas de habitaciones, unas más grandes que las otras, unas mejor construidas que las otras… y en esa época, por ahí por 1987 le tocó su turno a la cocina… el único lugar con piso de cemento. La cosa es que como lo hizo a la rápida, porque en un día tuvo que terminar todo el solo, en un par de años el piso estaba lleno de grietas… y a mi viejo no se le ocurrió nada mejor que destruirlo y hacerlo de nuevo… así es como el jueves santo por la noche por ahí por 1990… cuando llegó del trabajo, con cinceles y martillos entre el, yo y mi hermano Javier, comenzamos a picar el piso, arrancando todo el cemento de la cocina… recuerdo al día siguiente, entre la polvareda de mi papa dándole al piso con un chuzo, en el dormitorio, la Gigi freía pescado para el almuerzo con todos los muebles de la cocina amontonados en un rincón… luego durante la tarde del viernes… entre mi papá y mi tío Carlos, prepararon la mezcla y cubrieron el piso con cemento nuevo… No duró mucho el piso… en dos años ya estaba lleno de grietas de nuevo… así que adivinen que… nuevamente el jueves santo, comenzó la destrucción para poner un piso nuevo de cemento mientras en la tele transmitían ‘Los 10 Mandamientos’… un clásico de semana santa que este año también extrañe demaciado!!... 

Era divertido y de verdad que se sentía como una tradición familiar… hasta por ahí por 1996, en que el piso de nuevo estaba todo agrietado… pero en lugar de destruirlo y construir un cuarto piso de cemento, mi papa se avispó y lo cubrió con cerámicas… y desde entonces, ahí está el piso.

Otro recuerdo que se me viene a la memoria, es la misa del sábado santo con mi bisabuela, la IA… ella era bien católica, tanto que en su pieza, tenia un altar para la Virgen de Lourdes y un pesebre que pasaba armado todo el año, al cual, cada ves que iba la feria y pasaba por el juguetero, le añadía nuevos animales que observaran el nacimiento… así es como al final, el pesebre tenía jirafas del tamaño de los reyes magos, perros más grandes que la jirafa, y como 3 niño Jesús de diferentes formas y colores.

Cuando niño, yo no era de ir a la iglesia ni nada de eso… en mi familia tampoco lo eran, por eso nunca me llevaron (a excepción de mi bautizo), pero la IA pasaba metida en la casa de unas monjas que la sacaban a pasear junto a otros abuelitos a Punta de Tralca y todas las semanas, le regalaban bolsas y bolsas de sobrados de pan de molde, que en esa época era re caro… y la IA como no tenia dientes, le era más fácil comerlo que una marraqueta crujiente… la cosa es que un año, el sábado santo, nadie podía acompañarla a la misa, que se hacia por la noche en el patio de la capilla  con una multitud de gente… hacía poco la IA se había caído y se había fracturado un brazo, por eso no la dejaban salir sola… y a mi, por ser el nieto mayor, me obligaron a acompañarla a la famosa misa…

Una vez en la capilla, se empezó a llenar de gente, y la verdad es que parecía un concierto más que una misa, con un grupo folclórico que hacia los cantos, y unas señoras muy buena onda, repartiendo tecito y unas sopaipillas gigantes, recién fritas…. Y yo, toma que toma te, que era tan dulce… y come que come sopaipas… creo que eso es lo que más recuerdo de la misa… sopaipas y tecito gratis… después… la luz de Cristo… todos cantando enardecidos tratando de prender su vela, y yo que no tenía… una señora partió la suya por la mitad y me regaló la luz de Cristo… fue emocionante… hasta que a vela se empezó a derretir y la cera me empezó a quemar las manos… ‘Eso es por comer tantas sopaipillas’, me dijo la IA… ‘Es un castigo por ser tan chancho’… y se reía la vieja… que había comido igual o más sopaipillas que yo, masticando con el único diente que le quedaba…

Después al final… el cura nos baño en agua bendita y de verdad sentí que todos mis pecados se habían borrado… pecados como pensar garabatos contra mi mamá cuando me mandaba a hacer cosas que yo no quería… como robarle pesos a la Abu para comprar cubos… o incluso pedir cubos fiados, sabiendo que nunca iba a poder pagarlos… (de hecho, nunca pague mi deuda con la tía Lela, que ya se murió incluso)… y como regalo al final… para todos los niños presentes, habían dos huevitos de pascua.

Debo admitir que volví feliz a la casa… santificado y con la guatita llena… esperando al año siguiente para ir a la misa del sábado santo de nuevo… y así fue, como 4 años seguidos tratando de convencer a mis hermanos de que nos acompañaran… pero ellos nunca quisieron ir… se perdieron los huevitos y las sopaipillas…

Cuando la IA se murió ir a misa ya no tenía sentido… creo que ese era el único día en que lograba conectarme con ella… el resto del año lo pasábamos peleando… y es que era tan mañosa la vieja…

Recuerdo también, obviamente los domingos… buscando huevitos entre los libros de la Rita, mi mamá… que eran mucho más ricos que los que escondía la Gigi, mi otra mamá… y es que claro… la Rita tenia solo dos busca huevos… por eso le salía más barato y podía comprar chocolates más caros… siempre Ambrosoli… mientras que la Gigi tenia a 3 busca huevos a los cuales se me sumaba yo… con 4 busca huevos en esa época no alcanzaba para Ambrosoli… y las otras marcas nunca fueron tan ricas…
Recuerdo ir a visitar a la Rita a la casa del lado, y empezar a buscar junto a la Vanesa huevitos entre los libros y cajas de su pieza… con miedo a que saliera alguna araña de los rincones… y obviamente, tratar de comérmelos ahí mismo, lo más rápido posible para no tener que compartir en mi casa con mis otros hermanos (que en realidad son primos que me adoptaron)… y después, el muy descarado… iba a mi casa a buscar más huevitos junto a mis hermanos-primos... feo no?... pero así era yo cuando chico… bien egoísta… y me costó harto dejar de serlo… Últimamente los que compramos huevitos somos nosotros… yo y mis hermanos, para la Kiki y la Apa…  mis sobrinas… y a veces, simplemente para nosotros mismos, los chanchos glotones… 

Quizás estos pensamientos no tienen mucho que ver con el sentido de esta celebración, con el recogimiento, con el silencio de los Ejercicios Ignacianos en el retiro Sopeña de Cisterna, con la pasión ni la muerte ni la resurrección... pero es lo que ocupa mi mente en estos días...
Extraño a mi hermaniwis la Kari, que SIEMPRE tiene una caja de huevitos escondida por ahí… y sin que siquiera uno le pida, ella anda ofreciéndolos solo por compartir… extraño a la Rita, que hasta cuando estaba enferma, también siempre tenia huevitos para mi y la Vane… extraño que aunque en mi casa, el aspecto religioso no es el más importante, en semana santa se da esa instancia de estar juntos y simplemente compartir.







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