jueves, 22 de diciembre de 2011

Mi Christmas Carol: Las navidades Pasadas


Tontas Cavilaciones... Mi cuaderno de escribir la vida


Definiré como ‘Navidades pasadas’ a mis navidades de infancia… mis navidades de niño, mis navidades de ‘recibir regalos’, de juguetes…  y a pesar de que tengo flashazos con imágenes, olores, sensaciones… es difícil hilar los recuerdos de forma coherente…
Javier y Yo
Sin duda que entre las cosas que más recuerdo están involucrados mis abuelos… la Abu y el Tata… y por su puesto Javier… mi hermano. Javier, porque es un año menor que yo, y cuando éramos chicos éramos partners inseparables… generalmente recibíamos los mismos regalos, entre los dos andábamos hinchando, sobre todo en la víspera de ‘ la pascua’ como se le llamaba en esos tiempos(no se si será correcto… pero ahora, solo asocio la ’pascua’ con semana santa) contando los minutos con desesperación esperando que llegaran las 12 de la noche para abrir los regalos.  Recuerdo por ejemplo nuestro primer ‘Personal stereo’… con suerte tocaba las radios FM, que sonaban como AM, y tenían unos audífonos duros e incómodos… pero los dos andábamos para arriba y para abajo escuchando música, luciéndonos con nuestros vecinos… o cuando nos regalaron nuestros ‘Walkie Talkies’, o ‘guokitoki’ como se dice en Chileno…  Los míos eran negros y grandes, y tenían escrito el código Morse…(el cual nunca me aprendí) y los de el eran rojos y más chicos… mucho más cómodos… por suerte los 4 se conectaban, por lo que nos servían para jugar en grupos con Daniel, Christian, Andrés y Marcos, que venían a nuestra casa en esa época… teníamos un patio gigante con arboles y muchos lugares para esconderse e inventar juegos…

A mis abuelos, los recuerdo con especial cariño, porque se que, a pesar de muchas guaguas que hayan nacido en la familia después de mi, YO soy su regalón… y desde siempre en navidad, sobre todo cuando niño, compartí muchos momentos especiales con ellos…

Adorno como los de la Abu en los 80
De la Abu recuerdo sus adornos para el árbol… conos, burbujas, campanas y cuanta cosa más de vidrio, cuyos orígenes se remontan al año de la pera, por ende, hoy en día es muy difícil encontrarlos en el mercado donde todo es plástico… recuerdo unas especies de lagrimas, que en esos tiempos eran moradas o azules… las que quedan hoy son plateadas porque se destiñeron, que en el centro tenían una especie de cono cóncavo con colores más brillantes… cuando era chico ‘Chico’ no me dejaban ni mirarlas, pero ya más grande, a eso de los 9 o 10 años, y hasta el año pasado, que lo pase en Chile, era yo el encargado de decorar el árbol… La Abu me esperaba, me mandaba recados y dejaba todo listo para que un día que no tuviera nada que hacer, fuera a su casa y le armara el arbolito… Muchas veces lo hice con Lata… hoy lo añoro.

Mi primo David junto a mi Tuja
Mis recuerdos con el Tata tienen más que ver con el Árbol en si… íbamos a la feria… o en la esquina del colegio, en Serrano… a veces donde el ‘Jilo’ a comprar una ‘Rama’ de pino para decorar en la casa… recuerdo el olor… la textura de los ‘pelos’(no se como llamarlos) casi siempre de noche, luego de que el llegara de un día de trabajo, en la oscuridad, tratábamos de elegir el que estuviera menos pelado, con más forma de árbol… no muy chico, porque era fome… no muy grande, para que cupiera en la casa… y luego al decorarlo, el se encargaba de revisar las luces, que todas funcionaran… de poner una ampolleta ‘intermitente’ en la punta del cable… de sacudir la guirnalda de estrellas que hasta hace un par de años aun funcionaba, y siempre tenía polvo en sus puntas.

Un año, por ahí por el 93, me regaló una ‘tuja’… es un tipo de pino o conífera que tiene las ramas así como ‘aplanadas’… media menos de un metro, pero tenia una forma cónica casi perfecta… era un arbolito de navidad en miniatura… lo plantamos en el jardín y por varios años, mientras lo vimos crecer hasta casi más de 3 metros, se hizo tradición decorarlo con luces y sacarle pica a los vecinos, que sobre todo el 24 de diciembre, en que la feria se quedaba hasta que ya estaba oscuro, se paraban en la reja a mirarlo y piropearlo…. La última vez que lo iluminamos usamos 1200 luces… 6 juegos de 200 cada una, acumulados con los años mientras el árbol iba creciendo… era mi orgullo en navidad hasta que un día, según el mismo Tata… alguien cuyo nombre no nombrare lo ‘ojeo’… el pobre árbol se seco en el verano.

Yo y el Viejito Pascuero
Sin duda las navidades que recuerdo con más emoción, es la del 86… cuando mi tío Pepe me llevó al Centro de Santiago, a encontrarnos con mi mamá Rita en su oficina… ella me llevó a la plaza de armas a conocer al Viejito Pascuero… la verdad es que casi me dio un patatus al ver la fila de Viejitos sentados en sus trineos… me costo entender que ellos no eran el verdadero Viejito, sino sus ayudantes… y eran tantos porque tenían que atender a todos los niños de Chile… tuve que elegir a uno y sentado en sus rodillas, esperando que me tomaron una foto, pedirle los regalos que quería para ese año… la verdad es que estaba tan nervioso de conocer una celebridad como era un ayudante del Viejito Pascuero, que se me olvidó lo que quería pedirle… además, como la visita fue una sorpresa de mi mamá para mi, ni siquiera había decidido ni pensado aun en que pedirle… así es que atiné a nombrar lo primero que se me vino a la cabeza: un reno (estaban al frente mío… es literalmente lo primero que se me vino a la cabeza), un juego de loza (es lo que me habían regalado hace algunos días en la junta de vecinos… pensaron que Michel era nombre de niña… y bueno, tenían razón, lo es…) y un sapo (lo que le regalaron en la junta de vecinos a Javier, mi hermano… un juego de ‘achúntele en la boca al sapo’)… fue un poco bochornoso, porque el pobre viejo Pascuero no entendió mucho a que me refería… un reno, losa y un sapo… pero en fin… me dijo que bueno y quede feliz!

Mi hermano Andy y su Goliat
Otra navidad que recuerdo fue un par de años más tarde, la primera navidad de casada que paso Rita… nos llevó a mi y a mi hermana Vanessa, que tenía apenas un año, a la fiesta de navidad en el trabajo de su esposo, el Checho… yo estaba recién aceptándolo, luego de haber pasado los últimos meses evitando mirarle la cara, porque lo encontraba tan feo y desagradable… se suponía que era mi ‘nuevo papá’, y la verdad es que nunca me pude resignar… (además cada vez que el se acercaba a mi, lo agarraba a patadas en las canillas, asi es que el tampoco me quería mucho que digamos) y fuimos a su empresa… un galpón de tornos… recuerdo haberlo pasado bien… jugando con niños que nunca más en la vida volví a ver… donde me regalaron un set de juegos de mesa… eran los ‘7 juegos maravillosos’ que incluían ludo, ajedrez, damas, damas chinas, y otros que no recuerdo… más una pelota de playa gigante al más puro estilo ‘Kiko’… pero no fueron mis regalos los que me gustaron más, sino el de mi hermana… un teléfono de rueda con forma de hipopótamo, que tenia ruedas de auto y campanilla… lo usaba para jugar a la oficina con los papeles reciclados que traía la Rita de su pega… y como a Vanesa no le gustaban las pelotas… era muy chica… terminé con dos pelotas gigantes (eso suena feo!).

Karina y sus bebes
Pero sin duda, la mejor navidad de todas, fue por ahí por el 91 o 92, cuando al tío Pepe le iba bien en su trabajo y ganaba buena plata… recuerdo que esa navidad se empezó a preparar con mucha anticipación… es la primera ves que todos los tíos y primos vinieron a la casa… estaba la tía Berta con Rodrigo y la Lichi… nuestros primos Ricachones (en realidad no lo eran, pero para nosotros así lo parecían, porque se habían cambiado de casa hace poco a una de ladrillos, en Puente Alto… que recién estaba naciendo… además en su casa vieja tenían escalera… como no iban a ser ricachones).

La cosa es que el Pepe, en su pieza de dibujo, donde tenia sus tableros y sus cosas del trabajo, tenia un mesón lleno de regalos… más regalos de los que nunca he visto en ninguna otra navidad… pasaban los días, y más y más regalos iban llegando… no recuerdo cuantos recibí ese año… seguramente no fueron muchos, pero el solo verlos llenaba el corazón de emoción y ansias, el ver a todos contentos preparando cosas ricas, canapés, asado, cola de mono… sin duda es la mejor navidad que recuerdo de niño en familia.
Vanesa y sus bebes
La navidad del 93, la pase en cama, con paperas… alejado de todos porque los podía contagiar… solo recuerdo que todos venían a mi pieza, que tenia puerta hacia el patio (porque anteriormente había sido el living) y me saludaban desde el patio… me traían comida… costillar con papas mayo… recuerdo que desde entonces me cuesta comer carne de cerdo… tenia fiebre, me sentía mal… con asco… y el costillar estaba tan grasiento que me provocó un trauma alimenticio…. Hoy en día como cerdo cuando esta bien cocinado, sin nada de grasa… pero solo si es absolutamente necesario.
Otra navidad notable, fue la del 94… el motivo es que por primera vez me regalaron dinero… quinientos pesos que hoy no alcanzan para nada, pero entonces eran una fortuna para un niño de 12 años… y cuando todo estaba previsto para salir el día 25 a gastarlo… amaneció nublado con una lluvia torrencial que duró todo el día…. Recuerdo que con Javier nos escapamos y fuimos al negocio de don ‘René’, que vendía juguetes y casetes pirata, para comprar el casete ‘súper-mezclado 94’ que tenia una versión mula de ‘Saturday night’ de whigfield que estaba de moda ese año… pero no lo tenia pirateado todavía, solo original… así es que en su lugar compré un casete virgen… y me pasé la tarde encerrado en la pieza del tío Pepe, que compartía con el ‘Carly y Gastón’ grabando música de la radio ‘Aurora’, que ponía bailables en esas fechas…
Vanessa y tía Gabi
Extraño esas navidades de niño… cuando noviembre y diciembre eran eternos, cuando el Viejito Pascuero, aunque no existiera, igual nos emocionaba… cuando el pesebre era importante a los pies del árbol. Recuerdo que la IA (se pronuncia como e-mail… solo que en lugar de ‘mail’, se dice simplemente ‘A’), mi bis abuela materna, mantenía su pesebre armado a los pies de la virgen durante todo el año en su pieza… y en navidad, lo ponía en el living a los pies del árbol de la Abu, su hija… tenia miles de animales de yeso, plástico, loza de todos los tamaños y colores… es así como un perro era más grande que una jirafa, y la jirafa, la mitad del tamaño de la misma virgen María… y lo mejor es que habían no un niño Jesús, sino dos… por si las moscas… eran tiempos buenos… donde no tenia que preocuparme por hacer regalos a nadie… recuerdo que mi mayor preocupación era enviarle una carta por correo postal a la Tía Gabi… la ‘polola’ en ese tiempo de mi tío ‘Carly’… y era porque estaba enamorado en secreto de ella… y un año, me bajó el atacazo artístico, y confeccione cuadros en cerámicas viejas, con cintas en el borde y una tarjeta reciclada pegada en el centro…  pero crecí y todo cambió.





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