Defínanse como Navidades presentes a mi época de adolecente-adulto hasta ahora… navidades donde más que recibir regalos, me esmeré en Regalar… época en que la navidad pasó de ser un mes de espera, a ser un día en el año como cualquier otro… con comida diferente, con todos en la mesa, pero sin la emoción que lo acompañaba cuando aun era niño.
Foto Familiar, Navidad 2005 Yo, Andy, Papi, Gigi, Javi y Kari... Falta Rita y Vane |
Suena triste y fome… debo admitir que con los años vino una perdida de magia, de espíritu navideño… el ya no creer en el Viejito, el ya no sentirse niño afecta… y lo triste es que cuando uno se da cuenta ya es demasiado tarde. (o quizás no… de eso se trata el christmas Carol… de darse cuenta)
Mi primera navidad de grande la celebré el año 2000… mi primera navidad con sueldo… y a pesar de no tener suficiente… con la certeza de poder pagar en cuotas, y con la ayuda de mi tío Gastón, que me presto su tarjeta, me gasté hasta lo que no tenía para que mis hermanos, mis papas y mis abuelos tuvieran un buen regalo… recuerdo que a mis hermanos chicos y a mi primo David les regalé dos pares de Walkie Talkie, para que jugaran en grupo como lo hice yo en mis tiempos de infancia… el error fue que el regalo les llego demasiado tarde… cuando a mi me regalaron los walkie talkie tenia entre 8 y 10 años… cuando yo se los compre a mis hermanos, ellos estaban entre los 12 y los 15… por ende, no tuvieron mucho éxito… por ahí anduvieron botados luego de un par de meses sin que los usaran como yo esperaba… a Rita y Gigi, mis mamás… les regalé una agenda electrónica a cada una… esperando ayudarles a organizar sus cuentas y gastos del mes, registrándolos, calculándolos, programándolos… pero en esa época a mis pobres viejas las pillaba la tecnología, y por simples de usar que eran, no lograron llamar la atención y también terminaron por ahí, en algún cajón guardadas…
Al año siguiente me gasté un dineral en comprar un Arbolito de Navidad torpísimo que medía casi dos metros… me costó plata y susto, porque ese mismo día que lo compré, unos flaites subieron a cogotear en la micro, y desde el paradero que me tenían echado el ojo… pero por suerte llegue a la casa sano y salvo… el paquete era demasiado grande como para que se atrevieran a robarlo… lamentablemente, unas niñas que llevaban bolsas más chicas no corrieron la misma suerte. La cosa es que por torpísimo que era el árbol… nadie más mostraba interés en decorarlo… le llovían los pelotazos, porque mis hermanos jugaban futbol dentro de la casa.
Estación Central,Santiago 2007 |
El arbolito duró hasta el año pasado… cuando en mi afán de hacerlo verse más real, lo desmantelé y lo volví a armar… con casi un metro menos de altura, las ramas se veían más abundantes y parecía un árbol más natural… espero que sobreviva un par de años más y no sucumba al desorden de mi familia.
Pero sin duda, la navidad más rajada fue la del 2004… cuando con todos mis ahorros compré una piscina plástica que sobrevivió y refrescó nuestros veranos hasta el 2010, el verano del terremoto (que para variar, yo no viví por estar en Inglaterra)… se la compré a Carlos Federico (el que cacha, cacha) porque en su casa no tenían espacio para usarla y llevaba guardada varios años… creo que es el mejor regalo que le he hecho a mi familia, materialmente hablando… y el que más disfrutamos, pero aun así… la navidad cada vez fue perdiendo más color para mi.
Mi papá perdió su trabajo en la Carnicería, por lo que las abundantes cenas navideñas que solíamos tener de niños, sentados todos a la mesa esperando a que el llegara de su trabajo, porque la carnicería abría todos los días del año, y el pobre llegaba bastante tarde a la casa, cansado, pero con ánimos… nos sentábamos todos juntos a escuchar sus anécdotas con el tío Ramón, que se corto sus dedos en una maquina y no se dio cuenta hasta que mi papa los encontró entre la carne, o las cosas que le pasaban con su jefe… pero sobre todo, las anécdotas sobre nosotros cuando éramos chiquichichos… nos avergonzábamos y reíamos de nosotros mismos, mientras llegaban las doce … ahora el estaba ahí desde temprano… y quizás también deprimido por la escases… yo y mis hermanos, con la edad nos volvimos más serios y la emoción de esperar las 12 se fue perdiendo… por lo que luego de cenar en familia, luego de abrir los regalos… en lugar de quedarnos compartiendo, cada uno volvía a su rincón.
Gigi, Apa y Kiki |
Pero todo cambió hace un par de años, cuando el Viejito Pascuero nos hizo el mejor regalo que podíamos haber recibido como familia… dos piriguinas que nacieron con meses de diferencia, y que vinieron a llenar la casa de alegría nuevamente…
Quizás ya no nos emociona el recibir regalos, pero si nos emociona regalonear a nuestra Kiki y nuestra Apa, incluso cuando estaban bebes y no tenían idea de que se trataba la navidad… creo que es la primera vez en años que el arbolito estuvo tan cargado de regalos… y ahora, que ya van a cumplir 3 años (Kiki ya los cumplió) y se dan cuenta de todo lo que pasa es más emocionante aun… el año pasado, que lo pase en Chile, alucinaban con las luces del árbol, tratando de robarse las burbujas de colores que colgaban de el, y este año, me contaron que fueron ellas quienes decoraron el arbolito y pusieron en el las tarjetas que les mandé, emocionadas porque ya saben de la existencia del Viejito Pascuero y hasta sus listas de regalos hicieron. Ellas trajeron de vuelta el espíritu navideño a la casa y las ganas de celebrar.
Jorgito Pascuero |
Pero no puedo hablar del retorno del espíritu navideño a nuestra casa sin nombrar a ‘Jorgito Pascuero’… en realidad no tengo certeza de cuantos años tiene… yo asumo que esta entre los 8 y los 10… tampoco se si aun cree en el Viejito… hasta el año pasado, si creía… lo puedo asegurar porque me servía de amenaza para hacer que se portara bien cuando empezaba con sus pataletas peleando con el Playstation por que perdía en los juegos (como si los monos lo fueran a escuchar)… la cosa es que en los últimos 3 o 4 años, que ha pasado la navidad en nuestra casa… le hemos encargado la ‘Repartición de regalos’!!... el es el ‘Jorgito Pascuero’, y dentro de su estrés, desesperación y emoción por que lleguen las 12 de la noche, preguntando cada 10 minutos cuanto falta, incluso antes de que siquiera oscurezca… su misión consiste en entregar todos los regalos antes de abrir los suyos… y es tan divertido ver como se apura y presiona a los demás para que abran sus regalos, y así poder hacerlo el también… Kiki y Apa trajeron emoción a la fiesta… Jorgito nos trajo diversión.
Y así es como en las navidades presentes, en este proceso de volverme adulto, pasé de la desmotivación, tristeza y depresión navideña, a la alegría de la infancia, que esta vez no es mía, si no de mis amadas zoobrinas que nos llenaron la vida de alegrías.
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